Desaturado

Estaba preparando la comida y como en la cocina todavía no tenemos televisión suelo comer en la salita de estar escuchando las mentiras que escupe el electrodoméstico por excelencia. Cuando entré en la habitación con la manduca tuve que hacer un ejercicio de equilibrismo para no partirme la crisma. El suelo estaba lleno de un líquido espeso pero resbaladizo. Recoloqué la bandeja en el suelo y me dispuse a investigar.
No tenía gran caudal pero me apresuré a coger cubo y fregona para no tener disgustos con los vecinos. Mientras fregaba los pequeños charcos me percaté de las características del fluído y de su procedencia.
De la televisión manaban colores que empapaban el mueble blanco hasta hacer de él una cascada arco iris, parecía como si una gran impresora se estuviera desangrando. Para detener la hemorragia solo se me ocurrió apagarla. Al rato de haber limpiado con esmero el suelo del cuarto decidí enceder de nuevo el aparato, funcionaba pero las imágenes no eran muy nítidas y además no tenían color, se podían adivinar figuras corriendo perseguidos por monstruos gigantes. Apagué el receptor porque esa película ya la había visto.

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